Hongos: microdosis y doble extracto

“Se me frenó la crisis de fibromialgia o, por lo menos, noto que es más leve”, le responde a Patricia, a través de WhatsApp, una de sus amigas que devino en clienta.

Es lic. en Trabajo Social, Magíster en Antropología Social, pero esta vez responde sobre la diferencia entre microdosis y extractos: “En el extracto uno extrae la potencia del hongo. Cuando se habla de doble extracto es porque primero se extraen muchos de los componentes con alcohol, luego se procede a la extracción por hervor y, finalmente, se mezclan ambas fases. Por lo general, se diluye un poco para suavizar su efecto, normalmente con agua destilada. Entonces, de la cantidad de agua agregada va a depender la potencia”, cuenta a Agencia UCES. 

Durante 2021 y 2022, la encuesta de Global Drug Survey mostró un aumento en el consumo de «microdosis» de hongos, que empiezan a dejar atrás la concepción popular puramente alucinógena. El fenómeno es multicausal y también multigeneracional: cómo surge el interés de Patricia, a sus 55 años, al respecto. 

“Mi hija estaba haciendo un curso, en realidad, me preguntó si quería acompañarla, a ella le quedó como algo más pasajero y yo terminé preparando mi primer extracto de reishi”, relata. 

Es uno de los hongos más taquilleros, junto con melena de león y cordyceps. El reishi es conocido como “el hongo de la juventud”, se utiliza para manejar el estrés, mejorar la calidad de sueño, fortalecer el sistema inmunológico y promover una sensación general de bienestar. 

“No sentí grandes cambios al principio, pero después experimenté una crisis de mi enfermedad autoinmune, el síndrome de Behcet. Se me empezaron a llagar las manos y a inflamar los ojos. Conseguí un turno tres meses más tarde con una dermatóloga y menos mal que fotografié las lesiones porque cuando fui ya no tenía nada. La médica me dijo que algo tenía que haber tomado, ya que las lesiones no podían haber desaparecido por sí solas. Cuando le mencioné que había tomado hongos, me miró y me sonrió. No afirmó que fuera la causa, pero antes de eso dijo: «No es posible que no hayas tomado nada», así fue como empecé a confiar”. 

Marianela, por su parte, tiene 27 años y es apicultora. A partir de un estudio sobre la microbiología del suelo conoció a un fungicultor que la introdujo en el reino de los hongos. 

“Durante la pandemia me hice cargo de mis padres, ambos estaban muy enfermos, vivían en lugares distintos, así que estaba muy exigida porque tenía que, de alguna manera, correr de un lado a otro. Mi papá estaba postrado, mi mamá estaba muy débil. Fue un contexto duro, difícil. Estaba atravesando una depresión grande, pero sin embargo, tenía que estar enfocada. Hacía terapia cognitivo conductual, practicaba yoga, aún así no encontraba nada que me motivase, hasta que conocí las microdosis”

La depresión se convirtió en un desafío global de salud. Según la OMS, afecta a alrededor de 280 millones de personas. Cada año, se estima que se suicidan más de 700 mil personas en todo el mundo, siendo la cuarta causa principal de muerte entre las edades de 15 a 29 años.

Aunque en Argentina el uso de psilocibina está prohibido por ley, existe una práctica extendida de la sustancia que opera de manera no oficial: se han establecido fundaciones, redes de cultivo, conversatorios, acompañamientos terapéuticos que van de la mano con una alternativa a la medicina tradicional para ciertas condiciones o afecciones. 

“Compartí mi experiencia con amigas, quienes notaron mi mejoría y quisieron probarlo. Empezaron a contarme cómo les había ayudado: una con problemas de tiroides, otra recuperó su ciclo menstrual, muchas experimentaron mejoras en el sueño, disminución de la inflamación en las rodillas y alivio de dolores musculares y migrañas, un montón de situaciones. En un momento me dijeron que si no se los vendía, no me lo aceptaban más. Ahí fue cuando muy tímidamente empecé a prepararlos. Y algo que me llamó la atención hace poco es que me contactaron de distintas veterinarias porque están probando también el tratamiento con hongos en animales”, amplía Patricia.

La comunidad científica sigue dividida en cuanto a la eficacia del empleo de hongos para mitigar la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales.

Al respecto, Marianela declara: “Particularmente, veo que hay mucha gente no solo en el campo de la Psicología, sino también de la Medicina, de la Ciencia, experimentando con hongos. Después de un año muy duro, sentí que no había nada, que no quedaba nada, pero no quería tomar antidepresivos. Hoy, este tratamiento alternativo es la posibilidad que tengo para sentirme mejor”. 

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